Geraldine Luna es el ejemplo vivo de que entre la frialdad y dureza del metal puede florecer la sensibilidad y carácter de una mujer que ha sabido transformar cada desafío en oportunidad.
Su historia nos recuerda que el verdadero éxito no se mide solo en proyectos completados o metas profesionales alcanzadas, sino en la capacidad de construir una vida plena y significativa, forjada con la misma precisión y cuidado con que se trabaja el metal.
Por las oficinas de Máxima Proyectos Metálicos ubicada en la comisaría de San Pedro Chimay, una joven mujer recorre los pasillos con determinación y una cálida sonrisa.
Entre sonidos metálicos de la maquinaria, Geraldine encontró su lugar en un mundo tradicionalmente dominado por hombres, la rudeza y frialdad de las estructuras metálicas.
A pesar de haber nacido en Querétaro por azares del destino, sus raíces yucatecas la trajeron de regreso a la península cuando apenas tenía año y medio. Aquí ha desarrollado toda su vida personal y profesional, transformando lo que podría parecer una contradicción, imprimirle sensibilidad al mundo del metal y las estructuras.
«Siempre pensé que sería maestra de preescolar o psicoterapeuta», admite. Pero el destino, sin embargo, tenía otros planes para esta arquitecta de interiores que hoy, después de 14 años de trayectoria, no solo es gerente sino también socia de una de las empresas más importantes en el sector de estructuras metálicas en Yucatán.
Ella es un ejemplo para las mujeres y para las madres yucatecas. Cumplió su sueño y lo sigue haciendo con pasión, carácter y tenacidad. Reconoce que aún falta mucho por hacer. “No se rindan, persigan su sueño”, dice.
Entre diseños y estructuras
«Me ha apasionado el acero, le he agarrado un gusto especial a todo lo que se construye con él», explica Geraldine mientras supervisa proyectos que abarcan desde residencias particulares hasta complejos hoteleros en destinos como Playa del Carmen y Cancún.
Bajo su liderazgo, Máxima Proyectos Metálicos se ha especializado en herrería residencial, estructuras para desarrolladoras y proyectos hoteleros. La empresa, con más de 10 años de experiencia y más de 174 proyectos exitosos, ofrece servicios especializados como cortes con CNC, pintura electrostática y punzonado de placas, logrando superar las expectativas de sus más de 200 clientes satisfechos.
Una mujer en un mundo de hombres
En las oficinas centrales trabajan 11 mujeres y 6 hombres, aunque en el campo de instalaciones predominan los varones.
En total, la empresa genera más de 100 empleos directos, creando oportunidades y desarrollo en la región.
«Me siento muy afortunada porque la gente con la que he trabajado siempre me ha dado mi lugar como mujer y como su igual», reflexiona sobre su experiencia en un sector tradicionalmente masculino. «Nunca me han visto como ‘ah, es una mujer’, al contrario, nos hemos sumado tanto ellos como yo para que esto pueda salir adelante».
Santiago: El motor de su vida
Sin embargo, el mayor orgullo de Geraldine no está en las estructuras de acero que ha ayudado a levantar, sino en su pequeño Santiago, un niño especial de 3 años que ha transformado su visión del mundo y de los negocios.
«Desde el momento en que me convertí en mamá de Santiago, él me ha hecho ser mejor persona y mejor empresaria», confiesa con los ojos brillantes. «Pensamos en su futuro, pensamos más en todo lo que conlleva tener un hijo con alguna condición».
Esta nueva perspectiva ha enriquecido su enfoque empresarial, haciéndola más empática y consciente de que detrás de cada colaborador hay una familia.
“Muchas veces como empresarios creemos que solo es trabajar y trabajar, y no nos enfocamos en que cada uno de nuestros colaboradores tiene una familia que disfrutar, una familia con quien compartir lo que hace con nosotros».
La filosofía del dar
Cuando se le pregunta sobre su filosofía de vida, Geraldine responde sin dudar: «Mi filosofía o el secreto que me ha llevado hasta aquí es la gratitud, dar gracias en todo y poder dar lo que he recibido. Yo creo que mientras más das, más te regresa».
Esta filosofía de generosidad se refleja tanto en su vida personal como en su liderazgo empresarial, donde ha logrado un balance que muchos sueñan pero pocos alcanzan.
«Me siento hoy por hoy una mujer exitosa», afirma con convicción. «Tengo lo que yo creo muchas personas sueñan: un empleo que me gusta, que disfruto, pero sobre todo, puedo tener el tiempo de convivir con mi familia y disfrutar con mi hijo».
Un mensaje para otras mujeres
A las mujeres, especialmente a las madres, Geraldine les ofrece un mensaje contundente: «Luchen por sus sueños y siempre persigan lo que sueñan, porque definitivamente si nosotras nos sentimos completas y llenas de energía, es lo que le vamos a transmitir a nuestros hijos».
Para ella, si tuviera que volver a vivir su vida, no dudaría en repetirla exactamente igual. Quizás ese sea el indicador más claro de una vida verdaderamente exitosa: no desear cambiar nada del camino recorrido sobre todo por lo aprendido durante este viaje.
ACOM