El programa anunciado por la titular de Semarnat para restaurar 12 mil hectáreas a nivel nacional durante todo el sexenio de Claudia Sheinbaum no alcanza a cubrir ni la mitad de la pérdida estimada sólo en Yucatán, donde la devastación podría alcanzar las 30 mil hectáreas, desde 1970 a la fecha. Por ejemplo, la costa yucateca ha experimentado un crecimiento inmobiliario con tasas del 16% al 18% anual en zonas premium, mientras que se realizan rellenos de zonas inundables de manglar para «ganar terreno» habitable o desarrollable.
La reciente visita de Alicia Bárcena, titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), para iniciar desde Yucatán un ambicioso plan de reforestación del manglar mexicano con una meta de restaurar 12 mil hectáreas durante el sexenio, resulta claramente insuficiente cuando se mide la magnitud del problema en el estado peninsular.
Tan solo en Sisal, se han dañado recientemente 23,000 metros cuadrados de manglar en un incidente que requirió la movilización de 300 efectivos de diversas corporaciones. Lo que sucede en Yucatán es particularmente grave: ha habido una devastación gradual desde 1970 que, según estimaciones conservadoras del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) Mérida, podría llegar hasta 30 mil hectáreas perdidas.
La dimensión del daño es alarmante: datos de SEMARNAT indican que Yucatán ha perdido aproximadamente el 8% de sus manglares en corto tiempo, lo que representa unas 11,300 hectáreas. Sin embargo, entre 1996 y 2020, el humedal de Ciénagas y Manglares de la Costa Norte de Yucatán perdió 2,386 kilómetros cuadrados de manglar, mientras que solo en el municipio de Hunucmá, entre 2001 y 2023, se perdieron 3,440 hectáreas de cobertura arbórea, con 169 hectáreas tan solo en 2023.
La pérdida de manglar en Yucatán representa una problema real que va más allá de lo ambiental, pues afecta directamente la economía local y la seguridad de las comunidades costeras. Según expertos, cada hectárea de manglar proporciona servicios ecosistémicos valorados en aproximadamente 10,000 dólares anuales y almacena hasta 5 veces más carbono que un bosque tropical tradicional, además de servir como zona de crianza para especies marinas que sostienen la economía pesquera local.
Yucatán posee aproximadamente la mitad de los manglares de todo México, convirtiendo a la península en el hogar del ecosistema de manglar más extenso del país. Según datos de la CONABIO, México cuenta con aproximadamente 770,057 hectáreas de manglares, de las cuales la región de la Península de Yucatán posee el 55% (423,751 hectáreas). Las principales zonas de manglar en Yucatán se encuentran en Dzilam de Bravo y Celestún, aunque estas áreas también sufren la mayor tala ilegal.
Bárcena realizó una gira de trabajo del 13 al 16 de marzo de 2025 por diversas comunidades costeras de Yucatán, incluyendo Chuburná Puerto, donde firmó un convenio entre el Gobierno de Yucatán, Semarnat, Conafor y Profepa para impulsar políticas públicas enfocadas en la reforestación de manglares, bosques y selvas. Durante su visita, la funcionaria presentó el Programa de Reforestación de Manglares en colaboración con comunidades pesqueras del Golfo de México y el Mar Caribe, que incluye la siembra inicial de manglares en humedales costeros.
Según diversos documentos e investigaciones de fuentes académicas, la devastación de los manglares yucatecos responde a cinco causas principales claramente identificadas. La primera y más impactante es el desarrollo inmobiliario descontrolado, con construcción de complejos turísticos y residenciales directamente sobre zonas de manglar, especialmente en Progreso, Telchac, Sisal y Celestún.
La especulación inmobiliaria se ha intensificado notablemente tras la designación de «Pueblos Mágicos» como Sisal (2020), que multiplicó el valor de los terrenos. Adicionalmente, la inversión extranjera enfocada en desarrollos de lujo que adquieren terrenos a bajo costo y generan productos inmobiliarios de alto valor ha puesto una presión adicional sobre estos ecosistemas costeros.
La segunda causa identificada es la compraventa ilegal de terrenos ejidales, un mecanismo que ha facilitado la destrucción de los manglares. En zonas como Chicxulub Pueblo, más del 60% de los espacios ejidales han sido vendidos presuntamente de forma ilegal, según denuncias del excomisario José Francisco Ley Ku, quien ha señalado que muchas ventas se realizaron a través de asambleas amañadas. Muchas de estas transacciones no están registradas oficialmente en el Registro Agrario Nacional, operando al margen de la ley, mientras proliferan «loteros» que fraccionan ilegalmente terrenos en áreas naturales protegidas.
La tercera causa es la falta de planificación urbana y aplicación efectiva de la ley. A pesar de la existencia del Programa Estatal de Desarrollo Urbano de Yucatán y programas municipales, el crecimiento urbano en las zonas costeras ha sido en gran medida desordenado y carente de visión sustentable. Esta situación se ve agravada por la ausencia o incumplimiento de Programas de Desarrollo Urbano en municipios costeros, la deficiente aplicación de la legislación ambiental existente, la corrupción en los procesos de autorización de cambios de uso de suelo y la limitada capacidad de vigilancia.
La cuarta causa es la degradación «hormiga» y prácticas locales destructivas que, aunque menos visibles que los grandes proyectos, generan un daño constante y progresivo. Estas incluyen la tala selectiva para obtención de madera para construcciones locales, rellenos progresivos y pequeñas modificaciones que acumulativamente son significativas, la apertura de caminos y brechas que fragmentan los ecosistemas, y la contaminación por aguas residuales sin tratamiento adecuado.
La última causa, aunque no la principal, son los fenómenos naturales y el cambio climático, que agravan una situación ya crítica. El impacto de huracanes daña estructuras de manglar ya debilitadas por intervención humana, mientras que la alteración de patrones hidrogeológicos naturales por infraestructura costera y el aumento del nivel del mar modifican las condiciones necesarias para el desarrollo del manglar.
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En respuesta a esta crisis, se han emprendido diversos esfuerzos de restauración. En julio de 2021 inició el proyecto «Restauración ecológica de manglares de la costa norte de Yucatán, Región Dzilam de Bravo», impulsado por Pronatura Península de Yucatán, el Cinvestav y pobladores locales, con el objetivo de reforestar más de 200 hectáreas en dos años. Asimismo, The Ocean Foundation, en colaboración con instituciones académicas, propuso acciones de restauración en cuatro sitios: Sisal, Santa Clara, Dzilam y Sian Ka’an, para restaurar 400 hectáreas de manglares.
ACOM