Comprender que el acuífero de Yucatán se ha visto alterado principalmente por la actividad humana, deforestaciones, el cambio climático y la contaminación, es fundamental para identificar y adoptar medidas que permitan una gestión sostenible del agua, aseguró la experta en aguas subterráneas, Julia Pacheco Ávila.

¿Qué podemos hacer?

Durante la conferencia “¿Qué podemos hacer por el acuífero en Yucatán?”, en el marco de las actividades de junio de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) con el tema principal “Acciones por el planeta”, la doctora detalló cómo se ha visto alterado el ciclo hidrológico del planeta con el paso de los años.

Advirtió que actualmente el acuífero se ha visto afectado por una serie de problemas ambientales en el mundo como el cambio climático, el agotamiento de la capa de hidrógeno, la alteración del ciclo del nitrógeno, la pérdida de biodiversidad, la contaminación atmosférica, la generación de residuos, la contaminación acústica y la sobre explotación de recursos pesqueros, por mencionar algunos.

¿Qué podemos hacer por el acuífero en Yucatán?

“Nuestro planeta está enfermo y la principal enfermedad que lo está acabando se llama: la humanidad”, subrayó.

Alteración del ciclo hidrológico

Agregó que la alteración del ciclo hidrológico juega un papel muy importante en nuestro acuífero, ya que los seres humanos lo han perjudicado directamente con deforestaciones, urbanización y la contaminación del agua.

“Entender y reflexionar estas afectaciones del ciclo hidrológico es muy importante para poder identificar, adoptar y proponer ciertas medidas que nos permitan una buena gestión sostenible y sustentable en el agua”, recalcó.
La consultora independiente enfatizó la gran importancia del acuífero de la Península de Yucatán porque abastece de agua y recibe las aguas residuales. Diversas actividades lo han infectado, como la contaminación salina y el uso inadecuado de agroquímicos, entre otras.

Informó sobre algunos de los conocimientos fundamentales para el cuidado del acuífero en Yucatán, entre los que destacó conocer las direcciones preferenciales del flujo subterráneo, estudios geofísicos, localización de cavernas y unidades geoeléctricas; así como estudios químicos de calidad del agua subterránea.

Para finalizar, explicó algunas estrategias para cuidar el agua de la península como minimizar los contaminantes a partir de malas prácticas agrícolas y alternativas de solución; usar, en la medida de lo posible, insumos agropecuarios orgánicos; y crear zonas de reservas en las que se establecen limitaciones en la explotación, utilización o aprovechamiento de una porción o totalidad de las aguas disponibles, entre otras.