Las dos plantas de ciclo combinado que construye la Comisión Federal de Electricidad (CFE) en Yucatán acumulan retrasos de hasta 3 años y 8 meses, dejando en incertidumbre a más de 2 millones de habitantes de la península que esperan una mejora en el servicio eléctrico y una reducción en las tarifas. La central Mérida IV, que originalmente debía operar desde 2023, ahora está programada para octubre de 2025, mientras que la planta Valladolid I, también prevista para 2023, fue pospuesta hasta agosto de 2027.
El pasado 5 de febrero, durante la conferencia matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum, la directora de la CFE, Emilia Esther Calleja Alor, anunció nuevas fechas para la inauguración de ambas plantas, representando un aplazamiento adicional de 11 meses para Mérida IV y de más de dos años y medio para Valladolid I.
Estos retrasos tendrían un impacto directo en el bolsillo de los yucatecos. La planta Mérida IV, con una inversión estimada de 450 millones de dólares y una capacidad proyectada de 554.60 megawatts, representaría aproximadamente una cuarta parte de la capacidad de generación actual en la región. Por su parte, la central Valladolid I, con una inversión de aproximadamente 770 millones de dólares y una capacidad de más de 1,100 megawatts, casi duplicaría la capacidad total existente.
Estas dos obras forman parte de un ambicioso plan para garantizar el abasto eléctrico en la Península de Yucatán durante las próximas dos décadas. Sin embargo, a cinco años del anuncio de la primera planta, ninguna ha entrado en funcionamiento, pese a que en enero de 2024 el entonces gobernador Mauricio Vila Dosal informó que presentaban avances del 74% y 72%, respectivamente. Ahora, aparentemente están listas y faltan “detalles”.
Crisis eléctrica persistente
La Península de Yucatán sufre recurrentes problemas de suministro eléctrico y altas tarifas debido a la falta de infraestructura y a la dependencia de plantas generadoras antiguas y menos eficientes.
Los apagones continúan en diversas zonas porque las líneas de distribución y transmisión están trabajando al límite. Ayer mismo el gobernador Joaquín Díaz Mena admitió que la infraestructura es muy antigua y que requería una fuerte inversión, la cual no ha sido anunciada por la CFE.
Mientras tanto, Yucatán sigue con el crecimiento poblacional y turístico que ha superado la capacidad de generación y distribución existente. El proyecto de ambas plantas nació para resolver una crisis energética en la península que persiste desde hace años, según justificaron las autoridades. Las centrales utilizarían tecnología de ciclo combinado con gas natural, que además de ser más eficiente, produciría menos emisiones contaminantes que las actuales plantas generadoras que utilizan combustibles fósiles más pesados.
La construcción de estas plantas se adjudicó a un consorcio formado por las empresas españolas Técnicas Reunidas y TSK, responsables del diseño y ejecución, junto con la japonesa Mitsubishi Power, que aporta la tecnología de las turbinas.
Impacto socioeconómico
Los retrasos no solo afectan el suministro eléctrico doméstico, sino también el desarrollo industrial y turístico de la región. Según estimaciones oficiales, la construcción de ambas centrales supondría la creación de hasta 8,700 empleos directos e indirectos, beneficio que también se ha visto aplazado.
Además, estas plantas serían clave para proveer la energía necesaria para proyectos estratégicos como el Tren Maya, cuyo tramo de Mérida a Chetumal está proyectado para funcionar con electricidad.
Cuando finalmente entren en operación, las dos centrales en conjunto duplicarían la capacidad de generación eléctrica en la región, que actualmente es de aproximadamente 2,200 megawatts, según fuentes oficiales.
Mientras tanto, millones de usuarios en Yucatán, Campeche y Quintana Roo continúan enfrentando un servicio eléctrico insuficiente y tarifas elevadas, a la espera de una solución que sigue postergándose en el horizonte.
ACOM